Barroso 2: el pozo que reveló el potencial petrolero de Venezuela

Barroso 2: el pozo que reveló el potencial petrolero de Venezuela. «¡Míster Brake!, ¡Míster Brake!».

Hace justo un siglo estos desesperados gritos de unos trabajadores de la petrolera anglo-holandesa Shell a su capataz anunciaron un suceso que terminaría cambiando la faz de Venezuela para siempre.

De manera accidental se halló un enorme yacimiento petrolífero, el cual colocó al país suramericano en el mapa mundial. Y transformó radicalmente su economía en cuestión de pocos años.

Con motivo del aniversario, BBC Mundo conversó con historiadores, economistas y expertos petroleros. Para hacer un repaso de este acontecimiento y de sus consecuencias, no solo para Venezuela sino incluso para el mundo.

Lluvia negra

A las 4:30 de la mañana del 14 de diciembre de 1922, los habitantes del pequeño caserío de La Rosa, de la entonces depauperada localidad de Cabimas, al occidente del país, se despertaron sobresaltados por un temblor, al que siguió un estruendo.

Las crónicas de la época aseguran que más de un vecino pensó que se trataba de un terremoto. O de una explosión causada por un grupo de extranjeros que desde hacía meses pululaban por la zona; abriendo huecos en el suelo en una hacienda cercana.

Sin embargo, al salir de sus casas los locales se dieron cuenta de que otra cosa había pasado. Fueron testigos de un hecho no visto jamás por aquellas tierras. Llovía, pero no era agua lo que caía del cielo, sino un líquido negro y viscoso. Petróleo.

Al mirar hacia la hacienda «Los Barrosos» los habitantes presenciaron algo aún más inusual. Una columna oscura se alzaba unos 40 metros de altura cual geiser.

10 días para controlar el pozo

«Diez días tardaron los trabajadores de la Shell en controlar la potencia del chorro con una válvula. El pozo estuvo arrojando unos 100 mil barriles diarios de crudo sin control, que se terminaron desperdiciando. Pero que revelaron el tamaño del yacimiento», afirma el historiador Rafael Arráiz Lucca.

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El autor del libro «El Petróleo en Venezuela: una historia global» asevera que el pozo, hoy conocido como el Barroso 2; terminó de «animar a la Standard Oil de la familia Rockefeller y a la Gulf de la familia Mellon a venirse a Venezuela».

El suceso, en especial su duración, desató una ola de supersticiones. En Cabimas aún recuerdan que un sacerdote llegó considerar el chorro como un castigo «por haber penetrado las entrañas de los predios de Satanás».

Otra anécdota que ha llegado hasta hoy es la de un grupo de devotos de San Benito de Palermo, también conocidos como «chimbangleros»; los cuales habrían pedido permiso a los trabajadores de la petrolera para acercarse al pozo con la imagen del santo y bailar a su alrededor, para que éste hiciera el milagro de poner fin a la extraña emanación.

Afortunado accidente

«El Barroso 2 es lo que no quieres que ocurra: un accidente. Pero fue un accidente que puso a Venezuela en el mapa petrolero mundial», asevera el economista Francisco Monaldi.

«Fue un hecho similar al reventón de Spindletop, ocurrido en Texas de 1901; y el cual marcó el inicio de la explotación petrolera en esta zona de Estados Unidos (…) La noticia de que se encontró un pozo que lanzaba petróleo a una altura tal que se podía ver desde la ciudad de Maracaibo (a 45 kilómetros de distancia) recorrió el mundo»; explica al ahora catedrático de la texana Universidad de Rice.

Pero, ¿por qué ocurrió? Durante 1922 los trabajadores de la Venezuelan Oil Concessions (VOC), filial de la Shell en el país; comenzaron a perforar en la hacienda «Los Barrosos», donde hallaron algo de crudo, pero nada significativo.

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Sin embargo, en junio el taladro que abría el cuarto pozo, llamado oficialmente R4, se averió. Y durante meses estuvo inactivo, a la espera de un repuesto proveniente de Europa.

Durante ese tiempo los gases se acumularon en el pozo, porque la perforadora no fue removida y fungió como tapón. Y cuando en diciembre la operación se retomó estalló, explica el periodista venezolano Rafael Díaz Sulbarán en un artículo.

Zumaque 1

Antes de este suceso ya había motivos para creer que el subsuelo venezolano era rico en eso que algunos llaman el «oro negro».

Apenas ocho años antes, la misma Shell consiguió el llamado pozo Zumaque 1, en la cuenca del Lago de Maracaibo; y en el oriente del país la laguna de asfalto de Guanoco era explotada por una pequeña empresa estadounidense (General Asphalt) desde hacía años.

Precisamente los propietarios de esta última firma encargaron al geólogo norteamericano Ralph Arnold; la tarea de recorrer Venezuela para buscar más hidrocarburos o indicios de los mismos.

Las conclusiones del experto confirmaron las sospechas. Pero el estallido de la I Guerra Mundial ralentizó las inversiones en nuevas perforaciones, explica Arráiz Lucca.

Sin embargo, con el fin del conflicto bélico en 1918, la Shell, que se hizo con las conclusiones del llamado informe Arnold; retomó las exploraciones con fuerza en los alrededores del Lago de Maracaibo.

Ya nada fue igual

Un dato que ayuda a entender la magnitud del hallazgo es que para 1922 la producción diaria de crudo era de unos 6.000 barriles diarios; recuerda a la BBC el economista Igor Hernández, miembro del International Faculty del Instituto de Estudios Superiores en Administración de Venezuela (IESA).

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Solo durante los diez días que el Barroso 2 estuvo escupiendo petróleo sin control se estima que casi un millón de barriles terminaron esparcidos en un área de 740 hectáreas a la redonda.

Lo que hoy en día sería considerado como un grave accidente ecológico, en su momento fue «un hecho publicitario fenomenal»; asevera el exdirector de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), José Toro Hardy, quien precisó que las labores de limpieza se extendieron por 6 meses.

«El reventón atrajo mayores inversiones, impulsó la incipiente industria petrolera y, por ende, la transformación económica del país»; agrega el exdirectivo de la principal empresa pública venezolana.

Hernández respalda la afirmación de Toro Hardy y lo hace con cifras en la mano. «Según (el catedrático británico) Brian McBeth las inversiones estadounidenses en Venezuela pasaron de $3 millones en 1912 a poco más de $247 millones en 1930. Entre 1920 y 1940, Venezuela fue el mayor receptor de inversiones estadounidenses en petróleo», apuntó.

El experto explica que la súbita inyección de dinero se tradujo en un alza en la producción, la cual para 1930 llegó a los 370 mil barriles diarios; marcando así un crecimiento que no se detendría en las siguientes 4 décadas.

Apenas seis años después del «reventón», el petróleo se convirtió en el principal producto de exportación; y en la principal fuente de ingresos del Estado venezolano, desplazando al café. Una situación que se ha mantenido inalterable durante el último siglo.

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Barroso 2: el pozo que reveló el potencial petrolero de Venezuela

Foto: Cortesía Ovidio Abreu

Fuente: BBC Mundo